El 7 de octubre de 1951, la Asociación de Cantineros de Cuba -la agrupación oficial de bartenders más antigua del mundo- comenzó a celebrar el Día del Cantinero. El objetivo era reunir en La Habana a barmans de todo el país para celebrar su profesión, compartir conocimiento, hacer networking y plantar un árbol. Año a año, la reunión de bartenders fue creciendo hasta convertirse en una leyenda y saltar a otras partes del planeta.

Bartender Boomerang por Havana Club 7

Este sábado 7 de octubre, Havana Club España quiere rendir homenaje a nuestros cantineros con una divertida acción llamada «Bartender Boomerang» en la que una serie de barmans de Madrid se irán enviando cócteles de bar en bar. Esta práctica comenzó en Nueva York en el año 2000 como una forma de camaradería y diversión entre los bartenders del East Village. Uno preparaba un cóctel y se lo enviaba al barman de otro local en un envase sin identificar a través de una persona de confianza (de mucha confianza para que no se lo bebiera por el camino). La tradición saltó a Nueva Orleans, donde Abigail Gullo empezó a hacer «Mint Julep Boomerangs» entre sus colegas para celebrar el Derby de Kentucky.

Día del cantinero

Así pues, este sábado celebraremos el Día del Cantinero con una cadena de cócteles Boomerang organizada por Havana Club en Madrid. Habrá dos rutas simultáneas durante la tarde, una de ellas empezará en el 1862 Dry Bar (Calle del Pez, 27) y la otra en Angelita (Calle Reina 4) a las 6. A través de las redes sociales de Havana Club 7 podréis seguir en tiempo real el trasiego de cócteles de bar en bar y sumaros a tomar un Old Fashioned con nosotros si os pilla cerca.

El sexto sentido de los bartenders

En algunas celebraciones del Día del Cantinero se leía un texto de Fernando Campoamor, un periodista cubano amigo de Hemingway que escribió un libro sobre la historia del ron en Cuba. Es un precioso homenaje a la profesión de cantinero.

«Los barmen existen. Cuando son buenos, son diplomáticos y políglotas, como buenos embajadores. Son tan discretos y reservados como los psiquiatras con sus pacientes. Son psicólogos y entienden a la perfección la naturaleza humana. Son confesores: se les pide que den consejos sobre los asuntos más variados, complejos y delicados. Y también son estoicos, ya que llevan con infinita cortesía y comprensión todas las incoherencias surrealistas que suceden en el mundo loco en que se convierte un bar a veces.

Poseen la elegancia de un director de orquesta y la pulcritud y cuidada apariencia de un cirujano a punto de operar. Son químicos de hoy en día, botánicos del siglo XVIII, alquimistas medievales que pueden crear brillante y frío oro a voluntad. Son expertos en deportes y política internacional, pero nunca se dejan cegar por la pasión. Son filósofos, a veces incluso telépatas que deben leer las mentes caprichosas de sus clientes. Y además de todo esto, deben tener la memoria de un elefante, ya que deben recordar cómo preparar, sin mirarlo, entre 100 y 200 cócteles.

Estos hombres existen. Son los barmen, imaginativos y creativos, artesanos del hielo, poetas de las pociones, imbuidos de auténtico amor por su trabajo. Tienen su propia personalidad y estilo. Ponen algo de sí mismos, de su yo más íntimo, en cada bebida que preparan: una parte de ellos está en el cóctel, dándole vida. Todos sus cócteles tienen color y aroma y un sabor nuevo; y dentro de su chispeante cáscara de cristal, el hielo siempre canta. El barman es un artista. Sus cinco sentidos están magníficamente afinados. Y tiene un sexto sentido: el sentido de la coctelería.»

Contenido patrocinado por Havana Club 7.