El impresionismo es uno de los pocos movimientos pictóricos que gustan a casi todo el mundo y cuyos pintores resultan familiares incluso a gente sin mucho interés en el arte. Monet y sus cuadros sobre ninfeas y nenúfares son ampliamente conocidos aunque no todo el mundo sabe que cerca de París hay un sitio donde puedes realmente entrar en ellos.

Monet vivió en Giverny desde 1883 hasta su muerte en 1926. Durante este tiempo fue diseñando y configurando su famoso jardín, que cuenta actualmente con casi 100 especies diferentes de árboles y plantas de todo el mundo. A pesar de la oposición de los lugareños, que pensaban que las especies exóticas podían contaminar el agua del río, Monet fue haciendo crecer el jardín a través de los años. Su mayor interés, sin embargo, no era la botánica, sino poder estudiar los efectos de la luz y las estaciones en la vegetación.

Giverny, estanque de los nenúfares

La casa de Monet en Giverny solo puede visitarse entre el 1 de abril y el 1 de noviembre. En la web podemos saber los meses de floración de las diferentes plantas. Julio y agosto son los únicos meses en los que podemos ver los nenúfares en flor, mientras que septiembre es el mes donde podremos disfrutar del manto de capuchinas con las que se cubre el paseo central del jardín.

Giverny suele estar hasta arriba de turistas, lo que le quita un poco de magia al lugar. Hay varios parkings muy grandes donde dejar el coche y unos cuantos sitios donde comer. Nosotros estuvimos en el Restaurante del Hotel La Musardière, muy cerca de la entrada. Comida bastante buena (principalmente galettes) y una sidra normanda insuperable.
Sidra normanda
La casa de Monet se encuentra nada más entrar en el recinto. Se puede visitar el interior siguiendo un recorrido por las habitaciones, el estudio, la sala de estar azul, el comedor amarillo y la cocina. Las paredes de toda la casa están llenas de réplicas de los grabados japoneses que Monet coleccionaba. Es una pena que no permitan hacer fotos en el interior porque el comedor es como estar en un cuadro de Matisse.

El jardín tiene dos partes: el llamado “clos normand” y el estanque. En la primera destaca la curiosa mezcla de flores de muchos tipos y colores, aparentemente desordenada, que va cambiando con los meses. El punto más fotografiado es el pasillo central, con unos arcos por los que avanzan rosas trepadoras y que está cerrado al paso por las capuchinas que cubren el suelo en septiembre.
Giverny, estanque de los nenúfares
De camino al estanque, pasamos por un pequeño bosque de bambú que anticipa la influencia japonesa de esta parte del jardín. El puente japonés actual es una réplica del que mandó construir Monet a un artesano local y que aparece en tantos de sus cuadros. Es interesante dar la vuelta completa al estanque e irse fijando en los cambiantes reflejos de los sauces llorones y los demás árboles en el agua. Desde cualquiera de los dos puentes se tienen unas vistas magníficas del jardín acuático, aunque haya que abrirse camino entre tanto turista.
Giverny, estanque de los nenúfares
A la salida de la casa de Monet se puede dar una vuelta por el pequeño pueblo, entregado casi en su totalidad al turismo y a las galerías de arte. Al final de la calle principal (la calle Claude Monet, claro) está la iglesia de Santa Radegonde. A la derecha, en el sendero que conduce al cementerio, está la tumba familiar de Monet, muy sencilla. Si se cuenta con más tiempo, se puede visitar también el museo del impresionismo y sus exposiciones temporales.
Calle Claude Monet (Giverny)
Tumba Claude Monet
Os recomiendo pasar una mañana o una tarde en Giverny tanto si viajáis a París como si estáis de ruta por Normandía, ya que se encuentra a solo 70 kilómetros de Rouen, su capital.

Fotos de los jardines Giverny: josemarmol.es