Seguro que os ha pasado ver rápido una etiqueta y malinterpretar el número que aparece en grande. No, no son los años de envejecimiento. En otras botellas, la palabra prémium aparece tozudamente sin significar absolutamente nada. ¿Qué querrá decir «distilled gin»? ¿Qué marca tendrá más calorías y azúcar añadido? ¿Los sabores son naturales o químicos? ¿Un celíaco puede consumir este producto?

Para intentar ofrecer más información veraz al consumidor y guiarle mejor en su compra, las asociaciones europeas de bebidas espirituosas han presentado ante la Comisión Europea una propuesta de autorregulación. El objetivo es que antes de 2022 las bebidas alcohólicas que se vendan aquí incluyan la información nutricional y los ingredientes. Seguro que se ha desatado el pánico en más de un despacho.

Esta iniciativa, creada por siete asociaciones que representan a los productores europeos de destilados, vino, sidra y cerveza, va a suponer una revolución en el sector. Estos se comprometen a proveer información real sobre las calorías y los aditivos, con el objetivo de “mejorar el conocimiento del consumidor y ayudarles a tomar decisiones informadas sobre los productos que eligen”. Aunque la ley 110/2008 describe los ingredientes y procesos que debe cumplir cada categoría de destilados, los consumidores no la conocen, así como muchos profesionales, lo que deja espacio para confundir al cliente a través del etiquetado. Vamos a analizar los principales acuerdos que incluye el documento.

Compromisos de los productores europeos

Los principales compromisos son los siguientes:

Los datos nutricionales se darán por “ración”  y no por 100 ml como hasta ahora, ya que la cantidad varía en función del tipo de bebida.

Cuando se ofrece información nutricional sobre una bebida, el estándar según la ley es dar el contenido por cada 100 ml. Esta medida penalizaba a los destilados, ya que 100 ml es una cantidad muy superior a la de una consumición normal, mientras que es poco en un servicio de cerveza o vino. Para que os hagáis una idea, tomando 100 ml como referencia, un espirituoso tiene 224 calorías aproximadamente, mientras que una cerveza tiene 43. Sin embargo, si comparamos por consumiciones, un espirituoso (30 ml), tiene 67 calorías, frente a las 106 calorías de una cerveza (250 ml).

Este es el motivo por el que la industria de la cerveza se negaba a cambiar la forma de mostrar la información, para que la gente pensara que la cerveza es menos calórica que un whisky. Finalmente, se ha llegado a un acuerdo respecto a la cantidad de producto servido en una consumición por cada tipo de bebida: 30 ml en destilados, 100 ml en vino y 250 ml en cerveza. Esta cantidad será sobre la que se medirán las calorías de cada producto en el etiquetado.

La información sobre el valor nutricional y los ingredientes puede ofrecerse tanto en la etiqueta como en la página web.

La mayoría de productores han aceptado incluir en la etiqueta solo la información que más preocupa a un consumidor normal, las calorías. Aunque la ley europea no obliga a listar los ingredientes de las bebidas espirituosas, los productores se han comprometido a publicarlos en sus páginas web y a explicar al consumidor detalles sobre las materias primas y sus procesos de producción. Esto puede poner en problemas a algunos productos que mienten en su storytelling de marca o que no cumplen con la normativa.

La información debe ser accesible, multilingüe y fácil de entender.

Ulrich Adam, director de spiritsEUROPE, dice que su objetivo es “proveer información homogénea y consistente que sea accesible para cualquier consumidor en cualquier momento, en cualquier lugar y en su propio idioma”. Para ello, van a desarrollar junto a la European Travel Retail Confederation una plataforma tecnológica para que cualquiera pueda escanear el código de barras de una botella y acceder a esa información en el mismo punto de venta, para poder así tomar una decisión de compra consciente.

¿Qué cambiará en la industria?

Hasta ahora, los destilados se habían librado de publicar la información nutricional porque, aunque algunas de sus materias primas son productos potencialmente alergénicos, se ha demostrado que tras la destilación de los mismos, ya no tienen esta propiedad negativa. Es decir, un vodka de trigo sin aditivos puede ser consumido sin problema por celíacos.

Sin embargo, hay muchos destilados que incluyen otros aditivos más allá del etanol, puro o modificado químicamente durante la maduración. Según el acuerdo, solo habrá que declarar los ingredientes presentes en el producto final, es decir, no hará falta listar materiales como el tipo de levadura usada en la fermentación. Por tanto, únicamente habrá que publicar los aditivos, saborizantes y edulcorantes presentes en el líquido final. Esto va a permitir, además, que la Comisión Europea controle si se cumple la definición legal de cada categoría. Tenéis más información en Responsible Drinking y la web de spiritsEUROPE.

Este acuerdo de autorregulación es una gran noticia para la industria ya que va a permitir que consumidores y profesionales conozcamos realmente la composición de los productos que compramos y podamos tomar decisiones informadas. Podremos evaluar la calidad de los productos con todos los datos y comparar entre iguales. Por otro lado, muchas marcas tendrán que modificar sus recetas y sus procesos de producción en los próximos años o exponerse a las críticas. ¿Qué opináis de este acuerdo? ¿Creeis que será algo positivo para el sector?