“Entra libremente y por tu propia voluntad y deja parte de la felicidad que traes contigo”.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras aunque, afortunadamente, no siempre es cierto. A veces, las palabras y los sonidos se bastan para contar una historia y conmover, asustar, sugerir o hacer soñar.
Entrando en el Castillo de Bran (Rumanía) y sonriendo por última vez
En un mundo cada vez más audiovisual, RNE y La Casa Encendida reivindican en su espacio “Ficción Sonora” un arte casi extinto: la radionovela. Desde el año pasado, han ido dando vida a historias como “El Exorcista” y “Drácula”. A través de un concurso en Facebook, conseguí entradas para asistir a la última, protagonizada por Juan Ribó como Conde Drácula (impresionante), Álex Angulo como Van Helsing y voces habituales de la radio como Lourdes Guerras, Javier Gallego o Juan Suárez. 

Durante 90 minutos, que pasaron como un suspiro, viajé con la imaginación de Rumania a Inglaterra en innumerables ocasiones sin necesidad de ver el cementerio de Whitby o el paso del Borgo, ni como era la capilla del siglo XII donde el Conde guardaba sus cajas con arena de Transilvania. Las voces de los actores, que se iban alternando en los atriles dispuestos en el escenario, eran estímulo suficiente para visualizar sin esfuerzo los hechos. A reivindicar el grandísimo trabajo de Mayca Aguilera, responsable de ambientación y realización.

Sin embargo, se hacía extraño que la voz que daba paso a las localizaciones fuera la misma que el TVE1 hace las autopromos de los programas. Escuchar “Psiquiátrico de Carfax, 2 horas después” con la misma voz que “Cuéntame, el jueves por la noche en la Primera” te saca al principio algo de la historia. Luego resultaba hasta gracioso.

Debo reconocer que cuando leí que se había actualizado la historia de Drácula, sustituyendo las cartas que envía Jonathan desde Rumanía por emails y mensajes en el móvil, pensé que era un cambio innecesario y que le quitaría toda la magia a la historia. Ahora puedo decir que fue un acierto y que le daba fluidez al relato, sin resultar chocante ni fuera de lugar, gracias al buen trabajo de Alfonso Latorre, el guionista.

En definitiva, una gran iniciativa de RNE que espero se repita pronto. En un mundo lleno de estímulos para los sentidos, a veces merece la pena concentrarse en uno solo de ellos.