Hace unos meses visité por primera vez el Jardín del Capricho de Madrid, que se encuentra en la Alameda de Osuna. El acceso en metro es bastante cómodo, se puede llegar desde Callao o Gran Vía en la línea 5 sin hacer trasbordo. El Capricho es el único jardín romántico de Madrid y debido a lo costoso de su mantenimiento, solo se permite visitarlo en fines de semana y festivos y está prohibido entrar con comida, balones o animales.

El nombre del jardín se debe a que su construcción fue un empeño personal de la Duquesa de Osuna, que quería poseer un maravilloso jardín lleno de divertimentos donde pasear, ir en barca, perderse en un laberinto más grande que el de La Granja, hacerse pasar por campesina o practicar espiritismo (dicen que junto a Goya).

Durante la Guerra Civil, el palacio fue la “posición Jaca”, nombre en clave del Cuartel General del Ejército Republicano. Como los bombardeos se hacían cada vez más frecuentes, se construyó en tiempo récord y de forma muy discreta un búnker con capacidad para 200 personas. Aunque ha habido algunos proyectos para convertirlo en un museo, la visita está actualmente muy restringida.

Palacio

A pesar de la innegable belleza y singularidad de El Capricho y de su valor histórico, lo más interesante y desconocido del jardín es la simbología masónica que se oculta en cada uno de sus rincones. Por ejemplo, aunque el jardín se arrendó el día 16 de junio de 1779, en el contrato se inscribió el día 24 de junio, comienzo de la Estación del Sol masónica y fecha relacionada con el juramento “Por Dios y San Juan”.

En cuanto a su estructura, el Capricho tiene una parte de estilo inglés o paisajístico y otra parte de estilo francés, separados por una vía ancha que desemboca en el palacio. El recorrido por todas estas diferentes zonas es una escenificación de la Flauta Mágica de Mozart, obra que escribió su autor unos años después de entrar en la logia de Viena y justo después de que la masonería se prohibiera en el Imperio Austríaco. Se representan en él los tres escenarios de la ópera: el jardín (estilo francés), el bosque (estilo inglés) y el palacio/templo (edificaciones).

El palacio actualmente está cerrado al público, aunque pueden contemplarse los tondos sobre la vida de Apolo que hay en la fachada y que representan el castigo a la ambición. En la columnata había tres esculturas, hoy desaparecidas, que representaban los pilares de la logia (sabiduría, belleza y fuerza) a través de tres figuras mitológicas: Atenea, Venus y Hércules. Su ubicación en el extremo oeste del jardín, al final de un “camino recto” desde la entrada y con orientación este-oeste también remite a los preceptos de la masonería. En el interior, para acceder a los despachos privados de los duques de Osuna había que subir una escalera de caracol, en forma de columna salomónica, que representaba el ascenso de grado.

Exedra
Empezamos el recorrido por la Exedra, que se encuentra en la Plaza de los Emperadores. Tiene varios detalles de construcción con simbología masónica como su forma de templete con una semicúpula hoy desaparecida, los siete escalones divididos en dos tramos (4+3: tierra y cielo) y la presencia de las esfinges, que para los masones simbolizan el secretismo y los misterios de la orden, que no deben ser revelados a los no iniciados.

Templete de Baco
Continuamos por el Templete de Baco, que está situado sobre un montículo natural desde donde se ve el palacio. El templete es único en su género, ya que tiene cuatro particularidades muy diferentes a las de edificaciones similares: es de planta elíptica, está orientado según los puntos cardenales, las columnas se agrupan de tres en tres y mezclan elementos de orden jónico y dórico.

Baco simboliza por un lado el vino tinto que se utiliza en las celebraciones masónicas y, por otro lado, una parte del salario simbólico masónico (vino, trigo y aceite que son los alimentos que se producían originalmente en la finca).

El recorrido pasa después por el Abejero, donde la duquesa y sus invitados se sentaban a merendar mientras observaban cómo trabajaban las abejas. Se decía que era una manera de reflexionar sobre la vida pero en realidad era un templo a la naturaleza y a los ideales masónicos. Por un lado, su forma es muy similar a la del Museo del Prado, cuyo arquitecto Juan de Villanueva ya demostró su conocimiento de la simbología francmasónica en la capilla Palafox de la Catedral de El Burgo de Osma. El 6 es un número  muy importante para la logia y se repite en todos los elementos del edificio (forma hexagonal de los detalles del techo, los panales, sillas, esculturas, columnas…). Por otro lado, las abejas simbolizan la perseverancia, la disciplina, la constancia y la obediencia.

Abejero De camino a la zona de juegos, se atraviesa la columna de Saturno de la que parten seis caminos. Las columnas aisladas, de las que hay varias en el jardín, son un elemento recurrente en la simbología masónica y más si, como esta, no se apoyan directamente en el suelo. Simbolizan la unión del cielo y la tierra y la firmeza. La escultura del Saturno devorando a sus hijos y la forma de rueda que forman los caminos que la rodean aluden al paso del tiempo y al progreso. Al fondo de uno de los caminos puede verse un altar, otro de los elementos recurrentes en el jardín, que recuerdan a aquellos sobre los que se colocan el libro sagrado de la logia, la escuadra y el compás.

Es curioso también que los edificios más importantes de la finca estén dispuestos en el mapa formando dos triángulos. Tenemos el compuesto por el Abejero, el Templete de Baco y la Rueda de Saturno y otro formado por la Exedra, el Templete de Baco y el Palacio.

ErmitaLa ermita es uno de los edificios más curiosos del Parque. Durante mucho tiempo vivió allí un ermitaño para darle realismo al lugar. En el exterior, hay una pirámide y dos columnas estriadas. El interior es bastante sobrecogedor. Los elementos que esperarías encontrar en una ermita como velas, libros y candelabros están pintados en la pared como si fuera una casa de muñecas (igual que en la Casa de la Vieja, de la que hablaré más adelante).

Pero lo más llamativo de la estancia es un cuadro pintado al fresco que representa un santo firmado por Durero y rasgado, de forma que deja ver el bastidor del lienzo, también pintado en la pared. No se conoce el significado de esta pintura fuera de la masonería pero después de mucho darle vueltas y leer cosas voy a lanzar una hipótesis.

El santo en cuestión lleva una vestimenta similar a las representaciones clásicas de San Jerónimo. Durero solía pintar como San Jerónimo a Rosacruz, fundador de una orden esotérica de formas muy parecidas a la francmasonería y a la alquimia. Mi hipótesis es que quizás ese cuadro represente solo para entendidos que los Duques de Osuna formaban parte de la rama Rosacruz de la masonería, que en aquel momento era marginal y secreta en España. Además, siendo aún más rebuscada, el libro sagrado de los Rosacruces se llama T, que es la letra que forman los bastidores que deja a la vista el lienzo rasgado. Sea esta la explicación o no, el jardín guarda muchos secretos históricos.

Uno de los monumentos del jardín que tiene más elementos simbólicos es el Estanque de los Patos. La rosa sobre una hoja de acanto representa el triunfo del amor sobre la muerte, el velo de Isis es la consecución de la sabiduría y el velo a través de la argolla significa que hay que dejar atrás la ignorancia. La pata de oca que puede verse en una roca es un símbolo templario que alude al hermetismo de la organización y a un camino iniciático y espiritual de perfección, igual que el Camino de Santiago, que está representado también en el estanque a través de una concha de peregrino. En un banco cercano puede verse también una tibia y una calavera.

CasinoAdemás del de los patos, el jardín cuenta con muchas otras fuentes y estanques y con una gran canalización que se podía surcar en barca y que los invitados de los Duques de Osuna recorrían para ir de la zona de juegos al Casino. El uso del agua es un recurso copiado del Templo de Salomón. En la entrada del Casino hay un “porcellino” muy parecido al que se puede ver en el Mercado de Florencia.

La sala de baile del Casino tiene planta octogonal, ya que el 8, para los masones, es el número de la amistad, la fraternidad y la iniciación. Sin embargo, las estrellas del techo tienen seis puntas y todos los relieves del exterior tienen seis figuras (menos una), porque el número 6 representa para ellos la justicia y el equilibrio. Los relieves se leen en orden inverso a las agujas del reloj y muestran siempre a dos de las seis figuras abrazadas y a una con toga. Las escenas representan la iniciación a la masonería y alegorías de las cuatro estaciones como símbolo del paso del tiempo.

Relieve del Casino
En la primera, se puede ver la presentación del aspirante con la cara tapada y una pierna descubierta; en la tercera, se representa la obediencia debida al compañero masón; mientras que en la quinta, podemos ver la presentación ante el maestro. Es interesante cómo en las dos últimas aparecen dos símbolos muy importantes, el descubrimiento del Templo de Salomón y la festividad de San Juan (a través de la rosa como símbolo del secretismo de la organización, la acacia, la palmera y las escuadras y cartabones).

Casa de la Vieja

Por último, y ya cerca de la salida, está la Casa de la Vieja, donde la Duquesa jugaba a ser campesina. En la planta de abajo, que tiene las paredes recubiertas de refrescante musgo, encontramos un altar que era utilizado para hacer prácticas esotéricas, sobre un pavimento de estrellas de cinco puntas.

El resto de la casa tiene todos los elementos pintados en las paredes, como vimos en la ermita: sartenes, trapos, enseres… Durante muchos años, hubo un autómata de una vieja hilandera para darle realismo a la escena bucólica. Sin embargo, se trata de unas estancias bastante inquietantes, donde se han grabado psicofonías y que dan bastante mal rollo, sobretodo si se accede al atardecer cuando está en penumbra.

Muchos otros símbolos se ocultan en formas del pavimento, aberturas en grutas que dejan pasar ciertos rayos de sol y pequeños detalles como algunas piedras cúbicas. El Jardín del Capricho de Madrid puede disfrutarse de muchas maneras y merece una visita, no solo por estas historias sino por su belleza, tranquilidad y por lo bien cuidado que está. ¡No os lo perdáis!