Hollywood
En la calle Cartagena 130 de Madrid hay una librería de segunda mano que es para pasarse horas. Tienen todo tipo de libros (desde Asa Larsson y Tolstoi hasta los de “Elige tu propia aventura”) y todos valen 2,5 euros (diez si compras cinco), así que es dificil irse de allí con las manos vacías.
En mi última visita me llevé “Hollywood al desnudo” de Juan Pando, uno de esos nombres que asocio a la época en la que devoraba cualquier publicación sobre cine que cayera en mis manos. Es un ensayo que agrupa por temas multitud de anécdotas sobre la historia del cine de Hollywood, pero sobretodo analiza cómo el resultado final de las películas se ve afectado por la vida personal y profesional de los actores, directores y productores, por la forma de entender el negocio de los estudios, por los movimientos sociales e, incluso, por el marketing. Temas que en el periodismo cinematográfico anglosajón se tratan habitualmente pero que en España no trascienden como, por ejemplo, la contratación de actores “por pack” (los contratos de las superestrellas incluyen obligatoriamente a otros actores o técnicos de la misma agencia, se dice que es así como Antonio Banderas consiguió entrar en Hollywood) y que influyen mucho en el resultado final de las películas.
El libro es muy divertido y sorprendente. Algunas de las historias que cuenta Juan Pando son tan curiosas que me apetece resumíroslas aquí. Disfrutad.

¿Cómo surgió el “star system” de Hollywood? 

Hasta 1910, la audiencia no sabía el nombre de los actores que aparecían en las películas de Hollywood. El motivo era que los estudios no querían que los actores se sintieran importantes y pidieran más dinero. La presión del público y los distribuidores por conocer el nombre de sus artistas favoritos cada vez fue a más, hasta que el fundador de la Universal, Carl Laemmle, decidió filtrar a la prensa la noticia falsa de que a una de sus actrices, Florence Lawrence (conocida como la chica Biograph por el público) la había atropellado un tranvía. Al poco, salió a desmentir el accidente, dar a conocer el nombre de la actriz y anunciar su presencia en la presentación de su siguiente película en Sant Louis.
El día del estreno fue más gente a verla que al presidente, que había estado unos días antes en la ciudad. Cuando llegó al cine, las masas histéricas le rompieron el vestido. Así es como los estudios vieron el potencial de dar a conocer a sus actores y explotar el recién inaugurado “fenómeno fan”, aunque tuvieran que pagarles sueldos millonarios a partir de entonces.

Momentos de mala suerte 

La Paramount olvidó en 1974 renovar los derechos de la película “¡Qué bello es vivir!” por lo que desde entonces es de dominio público y no hay que pagar nada por explotarla. Por culpa de ese descuido, el estudio pierde varios millones de dólares cada año.

James Woods, que tiene un CI de 180 estaba estudiando para ser un oftalmólogo especializado en cirugía ocular cuando se cortó la mano con un vidrio de una ventana y se truncó su brillante carrera médica.

Gerard Depardieu no ganó el Oscar en 1990 por “Cyrano de Bergerac” a pesar de ser el favorito, en gran medida por una mala traducción de unas declaraciones en la revista Time en las que decía que de niño había presenciado una violación. El periodista confundió un verbo y escribió que había participado en la violación. Se generó una polémica tan grande que le cerró las puertas de Hollywood. Time nunca publicó una disculpa.

Judy Garland cobró por El mago de Oz el mismo salario que el perro Totó, el más bajo de todo el elenco.

Momentos de buena suerte 

La primera vez que Lauren Bacall usó su característica mirada insolente de abajo a arriba fue en la famosa escena de “Tener y no tener” que compartió con Humphrey Bogart en la que decía “¿Alguien tiene una cerilla?”. Bacall, novata e intimidada por Bogart, en realidad estaba pegando la barbilla al pecho para que no le temblara la cabeza al decir su frase.
El inmenso y duradero poder de la periodista Louella Parsons se debe a una de las leyendas negras de Hollywood. En una fiesta en su barco, William R. Heast sorprendió a su amante Marion Davis con Charles Chaplin y empezó a disparar a lo loco, matando por accidente al director Thomas H. Ince. Los médicos certificaron “muerte por indigestión aguda” y Louella ganó un contrato blindado de por vida en la prensa.
Una secretaria que era fan de Luke Perry le envió una carta que decía “Le adjunto una fotografía de mis pechos. Si tuviera algún interés en inspeccionarlos más de cerca, por favor, no dude en contactar conmigo.” Quedaron y ella apareció en su casa con una muda limpia, por si la cosa iba bien. Se acabaron casando en 1993. Brigitte Nielsen hizo lo mismo cuando era modelo y fan de Sylvester Stallone. Le mandó una foto casi desnuda invitándole a ir a su apartamento y acabaron casándose un año más tarde. El sueño de cualquier fan.

Los inicios del crowdsourcing

El nombre artístico de una joven actriz llamada Lucille LaSueur se decidió a través de una encuesta pública nacional en la revista de cine Photoplay. El nombre que ganó fue Joan Arden, pero como ya había una actriz que se llamaba así, la starlette acabó llamándose Joan Crawford.
Para cerrar el guión de «Una tarde en las carreras» y asegurar su éxito de público, los Hermanos Marx montaron una obra teatral con el primer borrador. Durante mes y medio testaron cientos de chistes con el público y encuestaron a más de 30.000 espectadores hasta quedarse con los 75 mejores gags para la película.

Product placement 

En la industria es conocida la “maldición de Blade Runner”. Muchas marcas punteras de finales de los 70 decidieron aparecer en la película por su contenido futurista y tecnológico. Sin embargo, cuando “Blade Runner” se estrenó, todas ellas quebraron o fueron absorbidas: Pan Am, Atari, RCA, Koss, Bell Telephone y Cuisinart.
Mars rechazó aparecer en la película ET porque no le pareció interesante comercialmente que un alienígena comiera sus chocolatinas. Su competidor Hershey’s accedió y aumentó sus ventas un 65% tras el estreno.

¿Qué fue del león de la MGM? 

El primer león de la MGM fue capturado en Sudán. Su llegada a Hollywood parece una película de catástrofes: su avión chocó antes de despegar, el tren que le transportaba chocó poco después de bajarse y el barco que le trajo fue arrastrado por el agua. Nada más llegar en 1921, tuvo lugar el terremoto de California y la MGM se incendió.
A pesar de todo el gafe, fue el mismo Louis B. Mayer en persona quien eligió la toma del doble rugido que se usaría a partir de entonces en todas las películas. Gustó tanto al público que el león iba a los estrenos en coche o avioneta y sus cuidadores repartían fotos “autografiadas”. Murió en 1938 y fue enterrado en Long Hill, cerca de Nueva York. En 1994, una empresa de camiones iba a construir un aparcamiento en el lugar de la tumba, lo que provocó una movilización ciudadana, aunque la MGM se desentendió.

Y para terminar, algunas aficiones curiosas… 

John Wayne le ganó a su dueño el perro Lassie al poker. Omar Shariff ha representado a Egipto en varios torneos internacionales de bridge y Bruce Lee fue campeón de chachachá en Hong Kong en 1958.

Foto de cabecera: Griffin Stewart (Creative Commons)