Hace tiempo entrevisté a unas cuantas mujeres de la industria para que me contaran cómo vivían su día a día en un sector mayoritariamente masculino. Muchas me contaron experiencias negativas que veían importante visibilizar, aunque como suele pasar en estos temas, ellas preferían mantenerse en el anonimato.

Desgraciadamente, y aunque se van produciendo avances, muchas de estas actitudes de jefes, clientes y compañeros todavía permanecen. El ambiente eminentemente nocturno del trabajo tras la barra y la presencia de bebidas alcohólicas tampoco ayuda a erradicarlas.

La mujer como reclamo sexual

Es lógico elegir para atender al público a una persona que tenga la mejor presencia posible, pero es evidente que los criterios de selección para hombres y mujeres difieren en muchos establecimientos. Todavía existen empresarios que eligen a sus trabajadoras por su físico más que por sus capacidades profesionales. Y no solo eso, sino que en ocasiones se les exige que se vistan con escotes o minifalda para atraer a más clientes, como si fueran un plato más de la carta o parte de la decoración.

Me contaba otra barmaid que los uniformes o códigos de vestimenta que se asignan a las mujeres en algunos locales no son apropiados para trabajar tantas horas de pie o moverse rápido y, sobre todo, distan mucho de los uniformes masculinos en esos mismos locales. En ocasiones, a las mujeres se las destina a la sala a pesar de su cualificación y experiencia tras la barra, porque así los clientes pueden verla.

Un bar no es lugar para una mujer

Uno de los micromachismos más comunes es dar por hecho que una mujer no puede ser la jefa y que siempre hay un hombre por encima que sabe más. Es todavía común encontrarse al típico comercial preguntando por el jefe o encargado (hombre) cuando ya está hablando con ella. Varias barmaids me contaron que, a pesar de ir vestidas con el mismo uniforme y estar detrás de la barra, muchos clientes preferían “hablar con el bartender” en vez de pedirles el cóctel a ellas. Otros rechazaban sus recomendaciones sobre bebidas que consideraban “masculinas” o directamente las aleccionaban condescendientemente sobre cómo deberían hacer su trabajo.

Que las mujeres son más lentas y se cansan antes que los hombres es una generalización que se ha llegado a oír incluso en algún curso de coctelería. Los prejuicios sobre las capacidades físicas de las mujeres -sin bajar a cada caso particular- generan agravios comparativos en el trabajo respecto a horarios, tareas o responsabilidades. Y a veces sirven para justificar la brecha salarial.

Otro perjuicio bastante común y extendido es que las mujeres que trabajan en coctelería o en ambientes nocturnos lo hacen de forma temporal, como si no fuera una profesión adecuada para mujeres decentes y con estudios. Aún hay gente que considera que una mujer cuando va cumpliendo años debe centrarse en su familia, rebajar sus expectativas laborales y alejarse de este tipo de profesiones.

Solo hay una excepción a esta regla y es alabar a una mujer por “no ser como las otras”. En el lenguaje cotidiano encontramos repetidamente este micromachismo, tan extendido como inconsciente: asignar valores positivos a lo masculino y negativos a lo femenino. La mujer que hace bien su trabajo es, por tanto, la que actúa como un hombre.

Plataformas de empoderamiento femenino

mapadebarmaids

Hace unos años, han surgido iniciativas que tratan de visibilizar el trabajo de las mujeres en gastronomía y en el sector de las bebidas.

La más completa es la que desarrolla el Mapa de Barmaids & Afines, que arrancó en Argentina en 2018 de la mano de Laura Marajofsky y ya está en varios países de Latinoamérica. Cuentan con un registro de más de 1000 mujeres profesionales en 7 disciplinas distintas con las que desarrollan diferentes iniciativas. Por un lado, investigan sobre temas relativos a la mujer para abrir debate en los medios, principalmente sobre violencia machista, salud y prevención; comparten historias de mujeres en su podcast Comanda y a través de sus redes sociales; ofrecen apoyo legal y psicológico y organizan formación profesional para mujeres y para la comunidad LGBTQ+. Os animo a entrar en su web y ver todo el trabajo que están haciendo en estos países, gran parte desde el voluntariado y con vocación altruista. En este momento están desembarcando en España, por lo que si trabajas en gastronomía o conoces mujeres que lo hagan, regístrate para formar parte del mapa o síguelas en Instagram en @mapadebarmaidsES

En España contamos con otra iniciativa que tiene objetivos similares, Ellas Empowerment, una plataforma que puso en marcha hace unos meses Ginevra Castagnoli para servir de apoyo a las mujeres de la industria y ser un referente para las mujeres jóvenes que comienzan. De momento se han centrado en la organización de eventos en varias ciudades europeas para visibilizar el trabajo de barmaids pasadas y presentes y en crear una bolsa de trabajo para mujeres. Podéis conocer sus iniciativas y dar vuestra opinión en su página web. 

Un libro

Para terminar os dejo un libro que habla del rol de la mujer en la historia de las bebidas alcohólicas, una parte de la historia muchas veces ninguneada. Se llama Girly Drinks: A World History of Women and Alcohol y lo tenéis disponible en Amazon para comprarlo o regalarlo.